24 de agosto de 2008

El eclipse...

Una vez más volvió a oscurecerse la Luna. Hermosa como estaba con su cuerpo pleno fue perdiendo su luz y su blancura y lentamente una sombra se imponía ante su figura. El cielo con sus múltiples luceros quedaba opaco y al llegar al máximo el dominio de la sombra dejó un pequeño aro de cresta aún blanquecino. Y como el andar y el desandar de las cabañuelas volvió suavemente a extenderse la luz robada y a brillar la luna llena. Pocos miraron al cielo para ver ese espectáculo. Cada vez más parece que eso no va con nosotros y pasamos de ser testigos de los fenómenos de la Naturaleza a estar más ensimismados en nuestras rutinas o en nuestros pequeños mundos. Nos vamos perdiendo la presencia "mágica" de la acción de la Naturaleza en su devenir.

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