1 de diciembre de 2008

En el saco...

Caminaba distraido entre sueños y quimeras.Veía en la distancia el paisaje de la vida. Y, de pronto, encontré, semioculto entre la maleza, un saco atado en su parte superior con badanas. ¿Quién se habrá dejado éstas papas? Pensé. Y curioso me acerqué, lo abrí. Una enorme sorpresa me asaltó. No eran papas, no eran productos del campo. Era ristras de letras, cientos, miles de esos extraños artificios inventados hace tanto siglos...
Entonces, comenzó la gran aventura, el juego que no tenía fin, la gran sinfonía de la palabra. Y descubrí en aquellos retazos desorganizados un juguete de dimensiones descomunales. Además sonaban, según las iba enlazando. Y las voces que deletreaba hacían estallar significados que acariciaban mis oidos. Empecé a esparcirlas por aquellos campos y se fueron uniendo por la brisa y gimoteaban, balbuceaban y estallaban como fuegos artificiales que hacían crecer un nuevo cielo. Aquél hallazgo despertó unas ansias nuevas, senderos abiertos a miles de hazañas y cuentos.
Desde aquél momento, ya no volvería a estar solo nunca más. Había tenido el mayor regalo que nunca pude esperar...

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