12 de diciembre de 2008

Música y arte...

El espacio estaba oculto y como una caverna se erigía en medio del silencio. Y, de pronto, emergieron los sonidos de notas de un piano de cola nacidas de la creación y del arte.
El compositor y pianista se deleitaba en el momento de su interpretación. Lentamente fue apareciendo una obra de colorido musical que embriagaba a los oídos del alma con aquellas cadencias y ritmos. Todo el proceso de composición era el testimonio de un espiritu, de un númen pletórico que desdibujaba en el remanso de la noche las sensaciones, y los latidos de una breve existencia.
Había compaginado en múltiples pentagramas la unión perfecta entre la técnica y la expresión anímica. El rico son se esparció entre los participes de aquél acto creativo y divino. Una comunión sensorial y armónica se tejió en aquella noche de melódicas sinfonías. Los aplausos fueron los últimos latidos de almas agradecidas por el reencuentro con los dioses....

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