23 de abril de 2009

Esos cantos...

¡Estoy hasta la "coronilla"!. Esos animalitos aparecen ante mi ventana todas las mañanas. No los resisto más. Tengo que aguantar su canto mortecino que me despierta una hora antes de que toque el despertador. ¿Quién habrá creado a esos bicharracos, negros y con pico amarillo, con esos graznidos a destiempo que me tienen acribillado? Cualquier día saco la escopeta de caza y me dedico a tirarles perdigones del 12 a las 6 de la mañana y verán como se callan y me dejan descansar en paz. ¡Seguro que los vecinos me dan un premio!.¡Qué pague uno impuestos para tener que aguantar esto!

¡Con lo fácil que es dejar la fiesta en paz! Es más agradable el dulce son de esos despertadores japoneses que se programan con música, con las palabras susurrantes al oído de alguién que te quiere mucho o con otras posibilidades que este maravilloso mundo tecnológico nos puede dar. Pero no, tienen que venir en estos días de primavera, ¡Maldita primavera!, con los cantos de esos exdinosaurios horrendos a sacarnos de nuestros sueños a toque de odiosos pajaritos y con la expansión del polen de tanta flora que nos tienen alérgicos a todos. Con lo bueno que sería tener en la ciudad toda la flora artificial como las que hacen hoy en día las mejores fábricas, y nos libraríamos de paso de tantos estornudos y tantas enfermedades...

Parece mentira que vengan todos esos naturalistas, ecologistas, poetuchos...y demás, que solo defienden tanta barbarie de la Naturaleza. ¡Serán retrasados...!Nos quieren volver a llevar a las cavernas como a los trogloditas. Si no les gusta la civilización que se vayan a una isla lejana y nos dejen con nuestros adelantos. Así, lograré despertarme cuando me toca y no por esos espantosos cantos de mirlos con el reloj biológico descompuesto...¡Ya está bien!

2 comentarios:

LQS dijo...

Un gato hambriento solucionaría el problema...

josé luis dijo...

Puede ser, pero pensé que ibas a contestar de otra manera...