Yace la palabra oculta y herida,
en un baúl de sueños, arrinconada,
sin ansias, ni latido, con su nada,
tan frágil, tan inútil, tan perdida.
Muere lenta, si no recobra vida,
si no se abre, de nuevo, ilusionada
a cantar otra realidad soñada,
y despertar en nueva amanecida.
Los blancos rayos surgen más brillantes
y se mueven y despiertan los verbos,
que en camino y senderos vacilantes,
ya buscan y se esparcen como ciervos
por praderas tan plenas de diamantes.
¡Libres van del acecho de los cuervos!
2 comentarios:
La palabra, no debe yacer jamas
debe renacer una y otra vez :)
Biquiños
De eso se trata, de dejarle brotar libre...
Abrazos.
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