23 de mayo de 2010

Baño de Naturaleza...II


Preparó sus bártulos y partió a hacer la travesía. Una mañana diferente se abría ante sus ojos. Una ansiada incorporación en el mundo real con sus bellezas y sus contrastes le podría despejar nuevos sentimientos que hincharan sus pulmones de otros aires plenos de vitalidad. 
Partió hacia la Caldera. Se bajó en Aguamansa,  y fue a recargar algunas viandas y una botella de agua. Charló con la mujer que regentaba el bar y comentaron los efectos del último huracán que invadió por la noche el Valle. Ella contaba como desde su casa se oían los violentos soplos  con aquel aire seco y avasallador que rugía de cumbre hacia el mar con una fuerza inusitada y votaba a toda la arboleda que encontraba a su paso. Exclamaba que nunca había escuchado ni vivido algo similar. Contaba como el miedo que sintió le hizo esconderse y gritar. Era curioso, pensó él, que aquello hubiera acontecido simultáneamente a sus pesadillas, mientras veía en sueños esa escalofriante sensación que le fue atenazando.
 Y de nuevo, partió por los caminos en busca de su incorporación en las entrañas de la Naturaleza. Caminó cámara en mano, buscando en su trayecto todo aquello que la Naturaleza le pudiera mostrar para reencontrase consigo mismo y como parte integrante de ella. Cruzó barrancos llenos de altos y frondosos árboles, con una rica muestra de vegetación correspondiente a aquella altitud, mientras  oía  el canto de mirlos, y pinzones, de canarios y capirotes junto al vuelo raudo de unas aguilillas. Observó la hierba verde y los musgos frondosos en los laterales de las paredes abiertas tras los caminos, la silueta de los castaños que empezaban a retoñar, los campos llenos de flores silvestres que embaucaban su sentidos y le hacían recuperar de sus ponzoñosos sueños pasados.
Caminó y caminó a buen ritmo y con la mirada atenta en todo lo que se ofrecía ante sus ojos. Y le pareció escuchar una cascada de agua que le recordó un mundo salvaje y primigenio. Sonaba el estallido de las aguas contra los riscos  y se acercó a aquella Naturaleza virginal. Sintió un fuerza interior que le impulsaba a lanzarse bajo aquellas aguas frías y cristalinas. Se quitó todas las ropas y se abalanzó  hacia ellas, que caían llenas de vitalidad sobre aquel cuerpo que recobraba el vértigo de una vida nueva.  Aquellas cascadas le libraban de todas las pesadillas y le devolvían a un reencuentro consigo mismo y sus orígenes.

Un canto de libertad brotó desde lo profundo creando un eco contra las paredes de las montañas cercanas  donde nacían las fuentes y manantiales. Un estampido del paisaje estalló y todas las especies revolotearon a su alrededor. Los colores limpios y claros  lucían por todas partes. De pronto, despertó de aquel nuevo sueño que le había llevado a vivir otros episodios de aventuras lejanas y silenciosas, pero esta vez llenas de sensaciones de libertad y de Naturaleza. De nada servían las fotos frente aquellas vivencias soñadas.


2 comentarios:

Merce dijo...

De nuevo una descripcion fantastica. He leido las dos partes juntas, todo un baño de naturaleza :)

Casi podria ser parte de un paseo real, y es que cuando llevo la camara en algun paseo por el monte, nunca consigo reflejar dentro de ella, la belleza con la que el propio entorno luce. Sencillamente se siente entrar por la retina, los oidos...

:)

josé luis dijo...

En tu última foto, en perro tumbado ante un paisaje de montañas nevasas, si que has conseguido con tu cámara reflejar la idea de gozo en la Naturaleza.

Un abrazo.