2 de diciembre de 2010

Experimentos


Pronto supo que todo aquel vacío que rodeaba al cielo podía más que él. Pensó que sería mejor dejar fluir al río en su camino y no ponerle trabas, aunque pudiera crear nuevas maravillas para la ingeniería. El pan seguiría llegando, aunque no hubieran aparecido los molinos de agua y las muelas y piedras movidas por esa fuerza hidraúlica venida desde las cavernas de profundas galerías y desde el interior de las entrañas de la tierra. El millo se trituraría de todas maneras y las bocas esperarían ansiosas el eterno manjar. La vida se expresaba con sus anhelos y deseos y los gozos de hoy eran el trabajo del ayer.Y las miradas se llenaban de nueva luz entre el verdor de unos campos nuevamente sembrados. En el continuo retorno se construía nuevos espacios llenos de espirales giros sobre su mismo eje. Una danza que no paraba con el manantial de la vida.

4 comentarios:

Merce dijo...

Era su oro, el de color maiz.

Casi podria escuchar como el agua se dirige caudalosa rio abajo y casi podria oler el aire que pulula entre las ramas del maiz, y casi ver el verde de los campos nuevamente sembrados de esperanza.

Las letras, los trazos...
gracias :)

josé luis dijo...

Y el pan volvía a alimentar, mientras la escritura, la fotografía son también manjares para muchos.


Un abrazo.

LCA dijo...

Me gusta el colorido, JL, del texto y del dibujo.

un beso

josé luis dijo...

Un poco de color siempre se agradece.

Un abrazo.