28 de marzo de 2011

Un arcón...

Lo vimos afanado con su gubia y su mazo. No paraba de dar pequeños golpes precisos sobre la madera que manipulaba. Los mazasos retumbaban en aquel taller donde seguía pasando el tiempo entre quehaceres manuales. Los olores del cedro aromatizaban el ambiente. Tenía bastante adelantada su tarea de bella ejecución y se veían sobre el banco de trabajo diferentes relieves tallados con gusto y arte. Pero no se intuía claramente cual era su finalidad y por ello, con cierto atrevimiento, le preguntaron qué pretendía,  si era para un arcón,  para una gaveta, o para qué. Torció su cabeza, movió levemente su mostacho y mirándonos fijamente exclamó: " Haré un arcón para guardar las cenizas". Nos quedamos perplejos. La verdad  no sabiamos que era tan fanatico del tabaco.

1 comentario:

LCA dijo...

Si se necesitaba un arcón para guardar las cenizas es que el finado fijo que era un T-rex...