27 de enero de 2011

De silencio...

Un tiempo de silencio se abre en la espesura. Y volverán a brotar los soles entre los cantos de las ranas que ven al Teide lleno de espumas..


                                                               Mármoles

Caminaba ensimismado entre los densos laureles que circundaban la plaza, y  la  gente bullía en aquella mañana dominguera. El resplandor lucía  en sus rostros mientras recibían los rayos del sol  de invierno. Les calentaba, y  entre el ejercicio del paseo o por estar sentados en los bancos acurrucados bajo el efecto de aquel  milagro tempranero, manifestaban su gusto por la vida. Él seguía a su paso, cuando  unos golpes comenzaron a sonar  cercanos. Eran los sonidos de los cinceles y los martillos que componían su canción repetitiva. En una entidad bancaria de la esquina, se hacían reformas y poco a poco la fachada comenzaba a mostrar sus interioridades. La piel verde, rosada  y negruzca que lo recubría caía hecha pedazos. Sorprendía un poco esa actividad en una mañana de día festivo, pero se veía la mano del capital que quería dar una nueva imagen en plena crisis.
 Los trabajadores, prestos y activos, continuaban con sus labores, mientras los paseantes  se fueron adaptando a aquellos sonsonetes agudos.  De vez en cuando, echaban una mirada hacia las obras, y se daban cuenta del poder de los bancos que aceleraban su transformación física en los exteriores, pero seguían con los poderes de siempre. Bajo su gorra, paseaba raudo sobre aquellas losetas pardas y entre las sombras de los ramajes casi pelados. Algunas hojas se veían aun en los suelos, testificando el paso del tiempo.
Continuaba inmerso en sus elucubraciones y anhelos. La edad pasaba por él, pero desde hacía algunos años se había introducido en una nueva faceta de su vida. Había dejado atrás su trabajo y comenzó la etapa de la jubilación. Pensó que era su momento de retomar y dar rienda suelta a sus impulsos creativos que le rejuvenecían y le hacía mirar  la vida con otros ojos. Se encontraba más vivo, atento a cada cosa que le inspirase, aunque a veces, sentía que estaba olvidando un mayor contacto con los demás. De vez en cuando recordaba a aquel personaje de una película de Ingmar Bergman, que  veía como su vida había estado marcada por su individualismo, alejado del calor humano. Recordó las escenas de aquel viejo que había descubierto que su vida estuvo ligada a su preocupación personal, a su entrega al trabajo, pero que había perdido mucho en las relaciones humanas. Y vio el resto de las secuencias que le produjeron una sensación de vacío.
 Volvió a escuchar el zumbido de las lascas del mármol  chocando contra el suelo pardusco. Entre el polvo se esparcían los pedacitos rosados, negruzcos o verdosos. De pronto cayó en la cuenta. Se acercó hacia la obra. Se dirigió al  trabajador que retiraba los despojos. Le preguntó, ante la cara perpleja del obrero, si podía llevarse algunos de aquellos trozos de mármol caído. Le dio el visto bueno, y comenzó a seleccionar algunas de aquellas piezas que iba escogiéndolas con esmero. A veces, las manipulaba, moviéndolas a un lado u otro, hasta encontrar la que era válida. Agachado, encorvado hasta el suelo seleccionándolas, mientras mucha gente que paseaba se quedaba extrañada al ver a aquel hombre, entrado en años, que parecía que padecía el síndrome de Diógenes al meter en una bolsa aquellos pedacitos de basura .
 Dio las gracias a los trabajadores, y marchó llevándose aquel regalo. En la casa buscó  aquí y allá. Fue colocando pequeños trozos sobre algunos muebles. Trajo algunos de sus nuevos trabajos y comenzó a colocarlos encima de los mármoles, rosados, verdosos o negruzcos. Cada obra fue encontrando la peana adecuada. Sus nuevos modelados parecían diferentes, más destacados sobre los nuevos apoyos. Las pequeñas esculturas se enriquecían con los trocitos de mármol tirados para lavarle la cara al Banco, hacedor de la crisis. Y su cara, cargada de barba blanca, y pelos deshilachados, resplandecía  ...

21 de enero de 2011

E/D escribir...

Ya estaba harto de describir escenas, acontecimientos, de hacer elucubraciones sobre temas tan dispares y lejanos. Creyó que había llegado el momento de cambiar. Debería enfrentarse a otra forma de hilvanar las palabras y  crear   mundos distintos. Pero no sabía si sería capaz. No tenía experiencia. Era una nueva faceta a la que no se había acercado. 
Por fin, pensó que si no lo intentaba nunca saldría de dudas. Por eso, se lanzó sin pensarlo mucho, y comenzó a dar rienda suelta a su impulso. Supo que las palabras que aquella máquina registraba, solo eran parte de una unión de pensamientos que se encadenaban de forma rápida y atrevida. No quiso ponerle muchos cerrojos a su libertad y vio como aparecía un nuevo caudal de experimentos. 
Las hojas blancas volvían a ser dibujadas, pero él no quería, ahora, dibujos, ni grabados, quería  escribir, narrar sobre algun hecho, pensamiento, historia interior de algún personaje real o ficticio. Tal vez, pensó, todos somos ficticios o tan reales como ilusiones de nuestros sueños. Incluso más, solo somos sueños de sueños. Esta elucubración le  recordó a Segismundo. Creyó que por ahí no tenía nada que hacer. Eso era meterse en un camino vedado. Esto no es lo mío, pensó. Y quiso volver a su tema. 
No, no era fácil ordenar las palabras, los pensamientos,  y estructurar poco a poco un alegato con sentido diferente al que hacía con frecuencia. Necesitaba un poco más de audacia, pero también  madurar las ideas. Así podría lanzarse a la aventura de llegar a lo cotidiano, a las preocupaciones cercanas, a los momentos que cada día asoman ante nuestros ojos. Tal vez, todo deba ir dirigido al ser más humano y estar más implicado en los conflictos que nos atenazan a cada uno. Dejar que la escritura traiga las palabras de los otros a traves de tus palabras. Darle diálogo o monologos a los nuevos personajes que aparezcan y dejarlos crecer hasta que se sientan  integrados en este espacio para la escritura. o hasta que mostraran  sus ideas, sus preocupaciones, sus vidas. Lo dejó así. Apagó el ordenador ( que palabra tan mandona) y dejó que su mente marchara por otros senderos...

17 de enero de 2011

De barro...


Cogió su regatón y marchó. Caminó por cordilleras y montañas, bajó por riscos y barrancos, cruzó valles cargados de primavera, Siguió por la ruta de los tiempos y llegó al mar. Un mar bravío, azul intenso salpicado de blancas espumas, le esperaba. Llegó a su orilla y vio como  el agua fría bañaba sus manos y sus pies llagados. Muy cerca encontró un objeto que resplandecía traido por las corrientes. Se acercó extrañado. Lo tomó en sus manos y pudo ver en sus cristales la imagen de una dama morena, de ojos tiznados de carbón, que se reía y reía, que le saludaba con sus manos en alto, mientras seguía en su periplo hacia otros mundos lejanos, llenos de hazañas y aventuras. Y comprendió, mientras aquel cuerpo de barro comenzó a romperse en mil pedazos. La musas se alejaban entre las sombras del volcán flotando sobre el ancho mar.

11 de enero de 2011

Al fondo de,,,

Vio su imagen clara y en tres dimensiones cuando era una niña que jugueteaba frente a la torre de homenaje del castillo. Las piedras enormes, oscurecidas por el musgo, se levantaban gigantescas.  A lo lejos las montañas que circundaban la amplia llanura en aquella mañana de invierno. Luego observó con mayor sorpresa como aparecían imágenes de otros tiempos. Por aquel espejo pasaban nuevas escenas con sus recuerdos infantiles y juveniles. Incluso se oía nítidamente el sonido de la brisa y la algarabía de los otros mozalbetes que compartían risas y juegos. Pensó que aquello no era sino un truco que utilizaron los artesanos. Tal vez, cosas de magia. Luego, ante su  atónita mirada, se encontró de regresó a su vida actual y se vio triste, seria, perdida en el camino de la vida. Dejó arrinconado el espejo que le trajo tantos recuerdos . Pero no resistió mucho y volvió con la curiosidad aumentada a mirar. Ahora  parecían adivinar un próximo futuro. Se vio caminando por las arenas rubias entre la brisa suave. El mar sonaba suavemente y las dunas se hacían y deshacían al ritmo del aire. A lo lejos apareció un extraño barco pirata que se acercaba raudo hacia la playa. Ella, sin miedo, se adelantó hacia la orilla y quiso partir rumbo a otras aventuras. Dejó caer unas lagrimas, que movidas por el viento,  las llevó hasta los campos áridos. Aquellas gotas de silencios  y tristezas  convirtieron el desierto  en un nuevo vergel. Desde la nave observó la inesperada transformación,  levantó sus manos y  el espejo se le cayó  hacia las profundidades del mar. Volvió a mirar cara a cara al nuevo día y su rostro lució en todo su esplendor entre el vaivén de las olas del ancho océano. 


FIN

9 de enero de 2011

Orfebrería

 Aquel día volvió a marchar por las tierras de la piel de toro. El invierno mostraba sus encantos y sus fríos. Las montañas teñidas de un blanco espeso se arremolinaban a su  paso tras las ventanillas del AVE. Por fin, se había decidido ir a visitar a los artesanos que, con unas manos de oro trabajaban la orfebrería , y  que con los conocimientos de los antiguos podían hacer unos espejos encantados. Probaría si era verdad esa fama o si todo era un embuste más. Viajó llena de esperanzas y de dudas. El paisaje se ampliaba ante su mirada atónita. Llevaba en sus manos un libro que le acababan de regalar  "Sunset Park". Lo leía y ,de reojo, observaba las mágicas imágenes de aquellos parajes nevados, llenos de misterios. De pronto, sintió la sana envidia de estar en aquellas playas amarillas del Sur. No era tanto por el agua salada, por las arenas melancólicas, sino por el soñado sol, que intuía bañando su cuerpo. 
Visitó a los orfebres. Les compró un espejo, que según parece, tendría esos poderes que le facilitarían ver  con otra mirada. De vuelta a su casa, junto a la chimenea encendida, lo tomó en sus manos. Lo acercó a su rostro delicado, sobre el que caía un leve rayo de luz. Miró con sigilo. Y la sorpresa inundó su faz con un inesperado sobresalto...

3 de enero de 2011

Tuerta o no...

Tumbado en la arena de la playa bajo un sol de invierno que calentaba como mandan los canones, pensé de nuevo en la esfinge de aquella dama misteriosa. No la recuerdo como tuerta, pero si se descubría en sus modos un cierto rechazo a enfrentarse abiertamente a un mundo de locos. Parecía que no le agradaba del todo andar por esos derroteros que nos han traído los tiempos nuevos. Mas no pensemos que va contracorriente y que se oculta de las verdades, bien al contrario, le gustan las cosas claras y el chocolate espeso con porras calentitas. Y cuando sale a la palestra, bien enfundada en sus principios, ataca con toques certeros. No teme a los molinos, ni a los que andan persiguiendo sueños ni quimeras, pero si le gusta al pan pan y al vino vino, aunque no sé exactamente si prefiere el blanco, el rosado o el tintorro. No se ha descubierto si es con alguno de ellos como mata esa vaga muestra de timidez que aparenta,, o si es tan solo un pretexto astuto para acercase sigilosa a entender mejor el terreno en el que se celebran tales lides. Cosas suyas. Bien debe defender sus estrategias. No le gusta enseñar todas las cartas, como a buen estratega, pero de todos modos es muy peculiar. Por eso, como apuntan por ahí, puede que en ello consista parte de su fuerza y misterio...Tiempo al tiempo y la esbelta, que miraba de reojo, seguro que ira mostrando su otra faz, como buena amante de la Luna.

2 de enero de 2011

De reojo

No sabía por qué motivos estaba siempre mirando de reojo. Con su caracter dicharachero, platicaba aquí y allá con cierto desparpajo. Se la veía muy bien dispuesta para andar por este mundo lleno de tantas martingalas. Tenía y tiene un espíritu ilustrado que desde sus luces encontraba aquí y allá motivos para sus diatribas. Su "talante" no tenía nada que ver con ese otro tan cacareado, puesto de moda y en solfa en estos tiempos de mediastintas. Lo cierto es que le encantaba requetemirarse en el espejo, mas no era por exceso de coquetería- creo pensar- sino porque mirandose a sí misma comprendía al ser humano en su integridad, con sus activos y pasivos, dicho con lenguaje de finanzas y de mirar balances de todo tipo. En fin, aunque no asomase la cara se la podría reconocer por sus batallas y dominio de la dialéctica con asombrosa maestría. Era y es todo una mujer con estilo, con su peculiar estilo.

1 de enero de 2011

Brindis

Miró con estupor como el nuevo día amanecía cargado con sabores de sueños y  resaca... Luego vio como desde la distancia se ofrecía un brindis  por un nuevo año intrépido y desconcertante. Le agradó el detalle y su recuerdo deambuló entre paisajes ignotos. La sed entre sus labios creció aspera, mientras el manantial  sonaba a lo lejos...Las horas seguían su curso, los minutos volvían a ser porciones de vida expandiéndose a cada paso...Soplaba el viento fuerte y supo desde donde brotaba, moviendo los cabellos negros que se derramaban sobre el bello torso desnudo de aquella esfinge sigilosa que se escondía tras el espejo...