Había terminado los primeros ejercicios de talla. Sobre trozos de madera de cedro aparecían temas vegetales y decorativos. Los iba dejando arrimados en el estante de la esquina de aquel cuarto oloroso a maderas nobles. No tenían más interes que el ser producto de un trabajo de aprendizaje con las gubias y buriles al ritmpo impuesto por los sones del mazo. Pero pensó que podrían tener alguna utilidad más y mientras escribía en unas cuartillas, le vino la idea de reutilizar aquellos trozos labrados y construir algo nuevo. Comenzó a esbozar bocetos de cajas muy pequeñas y decoradas con aquellos trabajos artesanales . Creyó encontrar uno elegante, vistoso, aunque tal vez demasiado recargado con tanta decoración, pero apropiado para mantener presente sus primeros pinitos. Buscó las medidas apropiadas, rediseñó su boceto y se imaginó como aquellas piezas talladas volvían a tener otra finalidad. Esta vez guardaría en ella unos recuerdos: una orquidea, un dibujo de la parisina, unas siglas...unas palabras amables, y multitud de comentarios que le estimularon a seguir con ilusión los días, llenos de horas y minutos, cargados de sueños y de esperanzas. Se lo comentó a su maestro, le presentó su proyecto, pero al ver la expresión de su rostro supo que era imposible...
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ResponderEliminarY esta historia, ¿cómo sigue?
ResponderEliminar¿Por qué no era válido el proyecto para el maestro.
Continuará?