Llevaba tiempo sin enfrentarme a él. Desde hacía varios meses había dejado de practicar aquél juego. Y claro, la baja forma, la falta de entrenamiento se notó de manera atroz. Habíamos vuelto a vernos frente a frente. Ambos concentrados, pero a mi mente le faltaba la constancia y el control adecuado. Se iba a otras cosas y se diluía frente al acecho de mi contendiente. Paso a paso iba cercándome. Cada vez más movía su estrategia para preparar el golpe final. De manera astuta aprovechaba mis descuidos, mis torpes fallos y avanzaba sigiloso. Y de pronto, en un gesto y con un movimiento de caballo me dio el jaque mate. Una vez más Fritz me dejó K.O...seguía siendo el programa de ajedrez campeón del mundo.
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