29 de abril de 2011

Atrevimiento

Dicen que expuso varias pequeñas esculturas en la Biblioteca. Parece que es una broma. Nadie sabía de esas aficiones y habilidades suyas.Pero no sabemos como se atrevió a dar el paso. Está claro que se tiene un poco de arrojo o tu trabajo queda en el vacío. Lo cierto es que ayer estuve por allí.
La sala dedicada a la exposición  titulada " Miguel Hernández a través de la Prensa" aparecía acogedora, La madera de sus pisos, los estantes llenos de libros, las ventanas grandes y revestidas de madera de tea creaban un ambiente muy entrañable. Y allí unos paneles anunciaban datos biográficos del poeta de Orihuela, con diferentes fotos del autor a lo largo de su vida.
Varias mesas vitrinas exponían las diferentes fases de la trayectoria humana del poeta. Y acompañando a textos, periódicos de la época, la revista Estampa,   que recoge la primera entrevista a Miguel Hernández a su llegada a Madrid. Otros periódicos como La Verdad de Murcia, El Socialista, El ABC ,con el parte del final de la guerra civil y los principales ejemplares que la Biblioteca posee con " Antología de Miguel Hernández" publicadas en 1949, o en 1952.  Otros ejenmplares como " El rayo que no cesa" y otras joyas literarias más.
Allí, en aquella exposición, aparecían las pequeñas esculturas. Acompañaban a aquellos textos y las vitrinas se complementaban. Se situaban en cierta relación con los contenidos de cada apartado en el que estructuraron el diseño de la exposición. En total fueron diez pequeñas propuestas de modelados con temas tan diferentes como la reflexión, el pensamiento, la duda, el ímpetu, heridas, amor, torso de mujer, sosiego. Temas muy comunes en la vida. Temas  que en este caso apoyan la obra de Miguel Hernández que con su vida dió testimonio de una asombrosa humanidad.
Pensó que había valido la pena  aquel atrevimiento. Exponer fue un reto. Puede que le estimule. Puede que halla servido para algo su trabajo en silencio.

9 de abril de 2011

Ilusiones...

Díscolo el joven aprendíz se escapaba de sus obligaciones. Se esfumó entre sueños y comenzó a probar en otros derroteros con el arte de tallar. Se quedó sin cajas, pero se atrevió a inmiscuirse en terrenos complicados que le atraían. Sus musas les llevaron a querer acercarse a otros espacios  A ratos, bajo el ritmo de las gubias, fueron apareciendo mundos que primitivamente iban mostrando  los bellos cuerpos y siluetas de otros ensueños. Las formas inventadas o atraídas desde otras realidades fueron cobrando su presencia, mientras él intuía nuevas posibilidades en sus golpes. Creyó verse reflejado en el viejo Gepeto y notó como aquellas figuras, aún en barruntos, iban desplegándose ante él. Al ir descarnando aquellas maderas los cuerpos femeninos parecían que tomaban vida,que se acercaban a una realidad más cercana. Pensó que pronto, por aquellas intuiciones pagaría y  el maleficio de aquella extraña percepción le traería alguna lección por su atrevimiento a emular oficios que desconocía. Pero no desistía. Cada nuevo trozo de madera, que conseguía  y que poco a poco iba reconociendo, le sugería una nueva figura envuelta en su interior. Y trazaba en ella  con el lápiz otra idea que se plasmaba en su  versión inicial. Borraba, corregía y retornaba a pulir el boceto. Lo veía en su cabeza, notaba su complejidad, su hermosura, veía los volúmenes en el cedro oloroso,  y se lanzaba a querer conseguir que aquella intuición cobrara las autenticas formas, la belleza del cuerpo femenino y su incipiente vida. Pero fatua ilusión. Sólo alcanzaba un lígero sueño de aquella belleza vista en su alma. Imaginaba a la pequeña figura  bailando en danzas orientales, o a aquella otra luciendo su torso ,bastante plano, debido a su ignorancia y falta de previsión. Gozaba en su hacer, y sentía la desazón de  no alcanzar su idea imaginada. No se daba cuenta que lo lograría con el tiempo, con el trabajo, con la fuerza de voluntad e ilusión que ponía en su tarea. Avanzaba más de lo que parecía, pero el ansia de lograr alcanzar  la belleza le quemaba. Y soñó escuchar la voz de Gepeto, estimulándole a seguir en la faena.  Los ejercicios iniciales eran un acercamiento al maravilloso mundo de las formas, de los volúmenes, de las sensaciones.  Quería encontrar en  sus tallas de madera un ligero avance.