25 de septiembre de 2010

Puntería...

Marchó sobre los campos verdes bañados por el rocío.Caminó hasta encumbrarse sobre la cima de aquellas montañas que mostraban un amplio panorama lleno de silencios, de lejanías, de horizontes abiertos a nuevos sueños. Vigiló a un lado y otro oteando el inmenso valle, pletórico de  la majestad de la Naturaleza. Sacó su arma y comenzó a disparar en todas direcciones. Parecía que quería matar tanta belleza, sintiendo en su interior las ansias de poseerla, de adueñarse de su magia. No descansó, mientras apuntaba una y otra vez y sonaba el intermitente clíck.  Estaba embriagada en un extasis de locura. Y comenzó a almacenar en la caja negra sus capturas y sus trofeos. Regresó embebida en miles de sensaciones. En casa miró su botín y observó la enorme  cacería de ese día. Pero sintió que necesitaba guardarlas con algún tratamiento, como el que hacen los taxidermistas con sus animales muertos para que aparezcan más reales, vivos y  así, poder enseñarlos con orgullo a los demás. Eligió las mejores presas, Y con maestría supo dotarlas de vida. Las colgó para disfrute de los amantes de la Belleza, y todos supieron valorar su puntería y buen hacer.

20 de septiembre de 2010

La Plaza y el tiempo.

La Plaza.

Aquella tarde de domingo volví a la alameda. Allí me encontré con Pedro y Antonio mientras esperábamos el encuentro con las chicas. Observé los árboles como curiosos viajeros con flores amarillas en sus altos sombreros. Los bellos jardines verdes con pinceladas rojas y aromas de sosiego daban una sensación de paz. Chicos y mayores caminaban acompañando al tiempo y vimos deambular a bellas jóvenes  entre vivaces colores. Charlamos sobre lo que podríamos hacer esa tarde. Nos sentamos entorno a una mesa bajo paragüas rojo y blanco, junto a aquel recoleto kiosco con aire mudéjar, para tomar unos refrescos y apagar la sed bajo aquel sol de junio. Allí decidiríamos.

Al fin llegaron y tomamos un refrigerio. María planteó ir al cine de arriba donde ponían una comedia americana. Lucy prefería dar unas vueltas y por la tarde noche bajar al Puerto a una discoteca. Ernestina se negó rotundamente y dijo que ella no podría ir. Maribel preguntó que preferíamos nosotros que tal vez coincidíamos. Al final Pedro logró lanzar una interesante propuesta. Podíamos dar unas vueltas a la plaza, subir hasta San Juan y acercarnos a un baile que había aquella tarde noche en el club juvenil. La idea ganó adeptos rápidamente entre todos. La plaza parecía una noria sobre la que girábamos con el fluir del tiempo. Al final marchamos jocosos. Nuestros ánimos preveían el placer con los nuevos rock and rolls .Y la tarde se vivió entre el murmullo, el calor por los ritmos y la cercanía de aquellas chicas. Luego….

Hoy volví a la Alameda trás pasar unos largos años en el extranjero.  La plaza hoy me parece algo más triste, los colores vibrantes de otros tiempos se difuminan y sin querer, las palabras quedan ocultas y no suenan como las campanas de la espadaña cercana. Los recuerdos me invaden. Pero, de pronto, vuelve el toque de luz, la claridad del cielo azul, el retorno de la esperanza. Deambulo lentamente y se acercan a mi memoria los rostros de aquella pandilla de años atrás. Las miradas de algunas jovencitas me recuerdan a mi amada Maribel. Pero sigo en el camino y mis ojos se pierden en la lejanía del Océano. Vuelvo a caminar mientras un pequeñajo pasa con su bicicleta azul. Una niña rubia corre para atrapar el globo huído y un grupo de chiquillos vuela hacia el estanco…

José Luis Sánchez

13 de septiembre de 2010

Final...


Se acercó con prisas, le  abrazó energicamente, le dió un beso de película y le disparó. Aquel  cuerpo de mujer cayó con su gravedad. Estallaron encendidos aplausos,  mientras caía el telón.

6 de septiembre de 2010

Hiperbreve...

                                                               

                                                             SÍ.



Nota: imaginar la historia, si existe.