17 de septiembre de 2009

La morada del silencio III

Le aumentaba la curiosidad y la intriga. Se decidió a buscar entre aquella morada descomunal alguna señal que le diese pistas sobre qué pasaba allí. Tenía que aclarar el misterio que desde que él tenía uso de razón se le atribuía a aquella mansión.

Volvió a caminar sigiloso por aquellos pasillos en los que apenas se veía. Pero podía percibir como estaban llenos de gran cantidad de objetos y que si tropezaba con ellos podían descubrirle.

Cruzó de un pasillo a otro y se encontraba las puertas de las habitaciones cerradas. Solo alguna ráfaga de brisa hacía que una ventana abierta lejana diera el toque repetitivo que le marcaba el tiempo. De pronto, un vocerío se emitía en lo lejos. Parecía la voz de una mujer que angustiada gritaba como en una desagradable queja. No entendía claramente sus palabras, pero el sonido amargo, la angustia y el lloro daban señales que venían desde las habitaciones de la parte más alta.

Siguió en su búsqueda mientras vio de nuevo la silueta de aquella muchacha llevando la luz mientras se deslizaba tenue entre la oscuridad de la noche. Su rastro silente se perdió y él pudo volver a su búsqueda accediendo por una escalera de madera con extremo cuidado. Cada vez se oían más cercanos los gritos que parecían aullar como en una noche de luna llena. Comenzó a entender parte de aquellas lamentaciones, y la curiosidad crecía en todo su cuerpo.



Continuará...

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