7 de febrero de 2011

Frío...

El aire frío que bajaba desde las cumbres le acertaba con sus flechas en su rostro. La cara se le ponía amarillenta y roja la nariz. Un estornudo cantaba el nuevo ritmo del resfriado que comenzaba a brillar en sus andanzas. Un ligero escalofrío se extendía por las extremidades de su cuerpo corpulento y temblaba. Achiiiissssssss. Una y otra vez.  Ya estaba cogido. Achiiiiisssss...Y no sabía bien como deshacerse de ese ingrato malestar. 
Una amiga le indicó que con un poco de vino de mora antes de acostarse y otro vasito en ayunas  podía aliviarlo. En unos día se recuperaría y volvería a sus andadas. Y así lo hizo. El paladar de aquella bebida era algo empalagosa pero pronto notaba el calor que entonaba su cuerpo. Y con la creencia en esa medicina folklórica pasó noches y días hasta que volvió a ver el mundo con otros ojos...Al final no supo si fue gracias al vino morado, al descanso acurrucado entre mantas y edredones, o si fue por la esperanza y la creencia en aquella medicina tradicional que le contaron. Lo cierto es que el resfriado tal como vino se fue...o más lento. Pero en su camino vio como otros caían  en el fatídico costipado invernal. ¿Habrá vino de mora para todos?  

3 comentarios:

Merce dijo...

Ay! dame a mi ya un poquito!!!

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaatCHIS!!!

;)

LQS dijo...

Me da a mí que se curó el constipado pero que terminó con el hígado...

josé luis dijo...

Me parece que se aprovechó de la situación para saborear de la dulce mora...Aprovechen ahora y busquen cualquier buena excusa para curarse...

SALUD...