Y, de pronto, me encontré con un montón de tiempo ante mis ojos. Parecía una enorme montaña imposible de escalar. Pero, poco a poco con ánimo me lancé a trepar por sus laderas con vistas a crecer en el camino. Fueron apareciendo nuevas perspectivas que abrían los ojos a nuevos horizontes. La cúspide estaba alta, pero lo importante era seguir en el sendero y no tanto la meta última...
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