Nunca pudo sospechar que en la noche dejarían de brillar las estrellas y mostrarían aquel firmamento sin destellos. Caminó sonámbulo entre las casas oscuras como cuervos engalanados por sus atuendos sin luz. Caminó a su paso entre las piedras oscuras que pisoteadas clamaban canciones de dolor y angustia.
No dejó de mirar alguna vez hacia atrás, temiendo que una señal oculta entre la negritud del silencio se asomara de repente y encandilase su miedo. Un gato azabache y negro maulló con el sonido chillón de un crío golpeado, brincó como un lince hacia el muro donde los verodes se aletargaban a la espera de otra mañana llena de soles.
Y sobre aquel muro tiznado como el carbón, una pequeña cruz de madera crujió con un chirrido hiriente que ahuyentó cualquier rastro de sombras. Él continuó, perdido en el marasmo de su duda, se acercó al borde del barranco por el que bajaban las turbias aguas desde las cumbres gélidas. Sintió que su sangre seguía fluyendo con otro ritmo lento y frío. El ruido saltarín de la corriente sobre las rocas y el arrastre de tantos escombros y miserias le llevó a una pasión llena de engaños.
2 comentarios:
No debiera caminar solo tentando a las sombras de la noche :)
me gusta...
segunda parte?
Se le ocurren cada cosa a estos noctámbulos. Ya veremos como sigue en la segunda parte.
Un abrazo.
Publicar un comentario