2 de junio de 2008

PALABRAS....PALABRAS.....PALABRAS....

REFLEXIONES EN VOZ ALTA DE UN PROFESOR QUE SE JUBILA.

Llegó la hora. Sí, sin querer se fue acercando y aquí está. Llega paso a paso esta jubilación tantas veces implorada para salir de aquella angosta situación de dudas y de vacilaciones, de cierta frustración ante el devenir de una enseñanza que perdía sus horizontes.

Se había visto invadida por una pléyade de normas, de leyes, de experimentos constantes, mientras se alejaba del criterio común, de la lógica del pensamiento. Por eso, desde mis vivencias veía sus cambios, sus derroteros experimentales sin saber bien el rumbo final. Y en esa vorágine de vocablos absurdos para dilucidar cuestiones sencillas se fue creando un modelo que solo sonaba a vacío, a cacharros y hojalatas.

¡Pobre enseñanza y educación!. Había perdido el camino de las Humanidades para adentrarse en oculto mundo de lo teledirigido, de una mecánica del intelecto con objetivos inalcanzables y con estrategias para conseguirlos prefabricadas en despachos de papeles. ¿Dónde quedó la cordura? Todo se orientaba como en un proceso de marketing. Había que hacer funcionar la maquinaria de los colegios e institutos bajo las directrices del mercado. Las escuelas- fábricas tenían que ceñirse a los prototipos ideados en laboratorios de ficción para conseguir el nuevo modelo de hombre del siglo XXI. Mecanización, nuevas tecnologías y un diseño de mentes preparadas para repetir los modelos impuestos por las grandes hacedoras del consumo. Y alejar toda capacidad de crítica profunda que pusiera en cuestión las normativas impuestas en diferentes ámbitos.

Atrás quedaron los viejos moldes del humanismo, del estudio para ser hombres en un mundo que había que humanizar. Todo, ahora, giraba en torno a conseguir metas que te prepararan para competir, para ser capaz de escachar al adversario, de conocer las estrategias para salir siempre adelante y caiga quien caiga. Educación para luchar por un mundo globalizado en el que solo triunfará no el que sepa, sino el que utilice sus habilidades para trepar en un mundo hecho a medida de los entes superiores que manipulan desde los poderes a todo ser viviente.

Aquella formación integral, humanista, con formación científica pero al servicio del hombre y de la solidaridad quedó apartada. Creyeron que era una patraña de los ilustrados, aquellos utópicos que aun creían en un mundo donde era posible la felicidad, la tolerancia y la razón. Todo había sido transformado y nuevas metas se propusieron como paradigmas de la nueva sociedad tecnológica, globalizadora e insolidaria. Era la influencia devastadora de la nueva mentalidad, de los nuevos tiempos en los que el hombre pasa a un segundo plano y solo es importante el crecimiento económico, no el humano dentro de un mundo abierto a la paz, a la solidaridad al equilibrio con y en la Naturaleza. Se fueron perdiendo los papeles y las pretensiones ególatras se extendieron con rapidez en los albores del siglo XXI. Y con ello, las actitudes prepotentes, la amenazas de las guerras,"el estás conmigo o contra mí, así que atente a las consecuencias". Desde el mundo de la educación fuimos aceptando estas propuestas y cada vez con las manos cogidas caímos en la trampa de esa red de la nueva telaraña que invade el nuevo orbe.

Pero, afortunadamente, sigue latente una capacidad crítica, que intenta dilucidar lo positivo de lo negativo y que no quiere comulgar con ruedas de molino. Preparación sí, capacidades y competencias a desarrollar sí, pero englobadas en una filosofía educativa que no se quede en los instrumentos sino que tienda al logro de una formación integral para la consecución de alumnos- personas con talante critico y tolerante hacia una búsqueda de armonía con el medio y dentro de unos valores humanos ricos en solidaridad, en humanidad, y en conocimientos que hagan crecer como personas, como pueblos y como mundo humanizado-civilizado.

Por eso, después de tantos años en esta profesión en la que he visto tanto cambio interno como externo en esta sociedad de finales del XX y de los albores del XXI, tengo una serie enorme de dudas, de incertidumbres que me aprisionan y me molestan. ¿Hacia donde nos llevarán y querrán que conduzcamos a los alumnos actuales?. ¿Qué posibilidades tenemos de contribuir a un mundo más solidario e integrado? ¿Qué consecuencias puede tener este proceso de globalización que sólo se preocupa de los logros económicos y se sirven de los hombres para alcanzar mayor riqueza para los grandes poderes? ¿Creen de verdad que con este modelo de enseñanza se alcanzará luchar por un mundo más justo, más humanizado? Permítanme que lo dude.

Por eso, hoy después de este recorrido tras largos años de docencia veo que la tecnologización de la enseñanza solo puede ser válida si se orienta a dotar a los alumnos de capacidades y competencias que les permita superarse en su camino hacia la obtención de los estudios necesarios para una formación plena. Una educación con la determinación de conseguir personas libres, formadas y solidarias que hagan posible un mundo mejor ante las difíciles perspectivas que asoman. Esto requiere un continuo desarrollo de la crítica constructiva, de la puesta en duda de los criterios impuestos, del debate para alcanzar consensos. Pero si entre nosotros mismos existen tantas diferencias de criterios, tantos modelos diferentes de formas de actuar, deberíamos contrastar nuestras posiciones y con sentido común acercarnos a formas creativas que conduzcan en esa dirección. No debemos caer en el seguimiento ciego de normativas absurdas que solo son posibles cuando se interiorizan y se hacen compatibles con el modelo y objetivos que orientan nuestra filosofía educativa. Primero educar alumnos para que sepan, para que sean personas capaces, preparadas para una vida laboral en sus diferentes esferas, pero sobre todo para ser libres y humanos.

Hoy mi período docente va terminando de forma profesional. Pero sigo y seguiré llevando siempre a ese alumno-profesor en mi vida, en mi quehacer diario a través de otro modelo de comportamiento. Mas libre, más creativo, menos encorsetado en un modelo educativo que intentan convertir a los centros en fábricas de consumidores, de pacientes corderos ante las dudosas condiciones de un próximo mañana.

Y desde la fiel creencia en la educación como medio de liberación, prometo cultivar el afán de seguir aprendiendo, investigando y disfrutando con las posibilidades que el conocimiento teórico y práctico me pueden aportar. Siempre el Instituto con todos sus integrantes:profesores, alumnos y personal no docente estarán en mi recuerdo. Por eso, con jubilo y con cierta nostalgia les deseo Salud y Felicidad. ¡Abrazos para todos, compañeros del alma, compañeros!.

La Orotava Junio 2008

José Luis Sánchez Perera

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